No puedo negar que hay un espacio para lo que no entendemos.
La maravillosa tecnología que me toca me permite comunicarme cada vez más rápido eh informarme de igual manera y muchos de todos esos datos provienen de la imaginación de las personas.
Como los fantasmas la mitología se reinventa y surgen nuevas leyendas que por el contrario a desvanecer y olvidarse en el pasado, reviven y permanecen en vigencia.
Los medios alternativos, que no son mi
predilección, le sacan indiscriminadamente el jugo a los temas más fantasiosos
o no creíbles que podamos leer y ver. Ya no tiene relevancia los documentos
como fotografías y videos
pues desde hace mucho tiempo los documentos mas míticos fueron desacreditados como meros trucos. Pero a veces algunos asuntos que solo son defendidos por mentalistas pasan a ser publicados en medios acreditados de prensa y televisión.
pues desde hace mucho tiempo los documentos mas míticos fueron desacreditados como meros trucos. Pero a veces algunos asuntos que solo son defendidos por mentalistas pasan a ser publicados en medios acreditados de prensa y televisión.
Entonces no puedo negar que hay un espacio para
lo que no entendemos, no solo por que supere la vida cotidiana sino que también
sobrepasa a los expertos que van a la vanguardia y son respetados en el duro trabajo
de descifrar el futuro.
Puedo con facilidad ingresar sin tapujos ni
temores a las explicaciones más metódicas apoyándome en documentos serios de
científicos respetados y con ganas describiría el conocimiento humanos desde
Pitágoras pasando por Newton y luego por Einstein hasta llegar Hawking. Desde
las teorías mágicas que definen las tormentas como castigo de los dioses hasta
la explicación más racional de la existencia de los universos paralelos por
medio de la teoría de las cuerdas y de pronto buscarle un espacio a lo
inexplicable.
Es un pasatiempo de amigos contar chistes e
historias de miedo y la mayoría del tiempo no pasa de allí y hoy pienso que
estas estrategias sociales son una herramienta que la evolución nos viene
brindando para que no olvidemos los peligros que nos rodean. O también
encontramos el camino más rápido al auto sugestión.
Hoy no estaría desarrollando esta historia si
no fuera por que hace unos meses tuve una experiencia que me aterrorizo a tal
punto que busque la oración y la conexión con mi ángel de la guarda.
Estábamos en mi casa en las horas de la noche,
cuando todos llegamos cansados del trabajo y el estudio. Tomamos una cena
liviana para dormir y a la vez nos adelantamos de los sucesos del día mientras
preparamos nuestra ropa o vemos algo de televisión. Mientras descansaba en mi
cama escuche a mi madre culpándome de la perdida de algo de sus cosméticos y
entonces me puse de pie en cámara lenta para llegar al marco de la puerta y
defenderme de las imputaciones. Di un paso al pasillo que une las habitaciones
y sentí un toque en mi cadera, de lo cual culpe inmediatamente a mi primo que tiene la habitación a menos de un
paso por lo que gire airada para reclamarle respeto pero no había nadie y yo
todavía sentía el frío toque de una mano bien definida de cinco dedos.
Al descubrir que nadie estaba detrás, mi mente
viajo buscando todas las explicaciones posibles hasta que llegue a un instante
de calambres en mis piernas y llena de pánico corrí hasta donde mi papá para
contarle, en medio de un llanto que no controlaba por el miedo. Él me abraso fuerte y mirándome con seguridad
esperó a que me calmara para decirme que todo estaba bien que era muy sencillo
de explicar lo que había sentido en mi espalda además que se podía hacer de
varias formas.
Esta fue mi entrada a la irrealidad, desde ese
día comencé a considerar la existencia de una realidad paralela. Por lo que
liste en mi cabeza la cantidad de elementos que pueden generar, de acuerdo a la
gente y el cine, tantas sensaciones y busque en los familiares fallecidos un
posible visitante.
El evento fue importante por algunos días pero
al pasar el tiempo quedo en nada más que una anécdota y a veces dudo de la
realidad de lo sucedido. Pero cuando
habían pasado casi tres meses y mi papá me llevaba para la universidad muy
temprano. En el camino se activaron y desactivaron los pasadores de las puertas
del carro lo que lo obligó a detener el vehículo y proceder activando el control
remoto de la alarma para revisar su funcionamiento, pero no encontró nada raro
por lo que continuamos el viaje y pasado media hora volvió a activarse y
desactivarse los pasadores. Me corrió un espasmo por todo el cuerpo por lo que
quise gritar pero me tape la boca mientras que mi papá solo se sonrío, tal vez
nervioso, no se detuvo de nuevo y acelero el paso para dejarme en la U. Me dijo
que no me preocupara lo mas seguro era una falla eléctrica.
Esa noche hablamos del tema casi sin darle
importancia y con un aire de broma mi papá le narro a mi mamá lo misteriosos que
fue el que los pasadores se activaran y de igual forma planteo su teoría de que
alguien con un control remoto de alarma con la misma frecuencia la activara sin
saberlo. Pero esa teoría era buena para la primera vez más no para la segunda
sucedida a kilómetros de la anterior.
Ya entrada en gastos me pareció que era el
momento de intentar captar algo en la cámara del celular o del computador por
lo que una noche dejé encendido mientras dormía el programa que tiene el
computador para grabar imágenes. Gracias al cielo no apareció nada y lo puedo
decir con seguridad porque revisé con calma cada cuadro con diferentes filtros
y escudriñe los sonidos con los ecualizadores capaces de elevar tonos y reducir
ruidos. Esta tarea la realice en
diferentes oportunidades tanto de noche como de día los fines de semana y
amplíe mi esfuerzo con la toma de varias fotos en mi entorno.
Llevaba uno días en esta tarea que se convertía
en un inofensivo pasa tiempo por medio del cual me informe de las técnicas,
reglas y equipos utilizado para estos menesteres. Por lo que no soltaba el
celular en permanente trabajo de camarógrafo en una cotidiana tarea de capar en
video a las personas que me rodeaban. En esas estaba el día que salí con mi familia a hacer unas compras.
Ese día llegamos al parqueadero del centro
comercial, mi mamá que estaba sentada delante se bajo de primeras adelantándose
hasta la puerta mientras que nosotros nos bajamos en ese momento la guantera se abrió. Nos
miramos con mi papá como uno tres segundos sin decir nada, luego el extendió su
mano y la serró asegurándose que quedara ajustada. Él se bajo, yo me quede un
momento desde la silla trasera mirando la guantera, le tome una foto y cuando
me disponía a bajarme volvió y se abrió.
El evento no me pareció agresivo, mas bien un
acto de comunicación por lo que active la grabadora del celular y pregunte si
alguien quería decir algo, también pregunte si tenía nombre y espere. Luego me puse los audífonos y no
encontré ningún sonido acompañando a la primera pregunta pero para la segunda
escuche un SI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario